OPCA # 15

Sentir el Inti Raimy.
La memoria ancestral como patrimonio
del pueblo indígena de los Pastos.

Anneth Liliana Taimal Aza
anneth.2051417152@ucaldas.edu.co
Estudiante de Antropología, Universidad de Caldas.
Integrante del Resguardo Indígena de Cumbal.
Pueblo de los Pastos, Nariño.

Líderes de la Comunidad, 2016. Todas las fotografías en este artículo son de Luis Alberto Suarez Guava.

Resumen

Cada veintiuno de junio en el solsticio de verano, en toda la región Andina se celebra la fiesta en honor al Padre Sol o Inti Raimy. Este artículo describe en primera persona los eventos que tienen lugar ese día en el resguardo indígena de Cumbal, pueblo de los Pastos. La narración detallada de dichos eventos a partir de la experiencia nos acerca al universo sensorial de la fiesta, a sus sonidos, olores, colores y sabores. Este universo inexplicable y cargado de emoción, refuerza y posibilita la perpetuación, año tras año, del ritual. Sin embargo, más allá del remolino de sensaciones, descubrimos el rol que juega la memoria oral de los mayores en la legitimación y aceptación del ritual como patrimonio.

En el suelo enyerbado y un poco seco, reposa un plato de loza viejo con algo de carbón. Encima de éste, una olla desgastada y negra por el hollín, clara huella de su relación con el fogón. Adentro esta la ruda1, el anís, la canela, el palo santo, la hierba buena2 y el trago3. Estos ingredientes naturales y frescos se mezclan entre sí y con el calor de la candela producen un aroma dulce y placentero que se esparce con el humo, que suavemente se desvanece entre algunos árboles que se encuentran cerca. El sahumerio4 también hace contacto con el suelo, lugar en el que luego brotarán distintas semillas. Al lado de la vieja olla se empieza a formar un espiral de alimentos, con algunas naranjas, plátanos, papas, óllocos, ocas, plantas aromáticas, rosas, flores de geranio y toronjil. Este pequeño remolino inicia envolviendo a la olla, continua su curso dos vueltas más en las que va aumentando su tamaño. En la tercera vuelta, el espiral de alimentos y plantas deja una punta abierta por la que entrarán las energías reproductoras al suelo. A su alrededor se sitúan los mayores, algunos jóvenes y niños. Apenas comienza a aclarar el día, son las cinco de la mañana. Doña Evangelina y don Carlos son los curanderos. Ellos están en el centro de la espiral, en sus manos tienen algunas hierbas aromáticas. Las sacuden, toman un poco de trago soplando hacia el cielo. Y la brisa junto con el humo se esparce entre la gente y llega a la tierra. Cerca se oye música, son tambores y flautas. La gente va subiendo a la cima de la pequeña colina donde está la ofrenda de alimentos, van entonando melodías mientras el sol va dejando entrever sus primeros rayos. Llevan puestas sus ruanas de lana de oveja y una bufanda con colores azul, verde, naranja, amarillo, rojo, violeta, tal y como se presenta el cuéche5 cerca de los nacederos de agua. Todos pasan un pequeño callejón y llegan a la cima. Allí, los curanderos sacuden constantemente sus hierbas, soplan con trago a cada uno de los presentes. Les barren las malas energías.

Desfile con colores de cuéche, 2016.

Ya son las seis de la mañana y el sol sale con más fuerza, iluminando la tierra. Todos levantan sus manos hacia el oriente, dan la vuelta hacia el occidente, luego giran hacia el norte y terminan en el sur formando la gran estrella del sol de los Pastos. Algunos mayores ofrecen palabras de agradecimiento, principalmente al Sol, el gran fiestero. También se nombra a la luna, la tierra y los espíritus a quienes se les ofrenda el espiral de alimentos. Dando la bienvenida al nuevo año y con mucho entusiasmo continúa el baile que sirve para quitar el frío helado de la madrugada.

Se continúa bailando alrededor de la espiral. El sonido de los tambores y flautas revive las historias de los mayores, inspiradas en seres atmosféricos, conocidos como duendes. Conversan que los hay músicos, juguetones y que son traviesos. La mañana se armoniza con música y mientras se baila se mezclan risas y palmas. Algunos jóvenes llevan en sus manos una gran tela cocida con varios retazos cuadrados, con los colores llamativos del cuéche. La conocida wiphala6 se mueve de un lado a otro, mientras se baila alrededor de la espiral. El baile conecta con el suelo, en cada zapateo la tierra pareciera que tiembla y la naturaleza comienza a despertar. El baile también es ofrenda, éste permite crear equilibrio, armonía y reciprocidad. La tierra se conecta a través del calor de los pies y por medio de la hierba, ella absorbe energías de la cuales se alimentarán las semillas. La danza alrededor de la espiral va terminando. Se recogen los alimentos y plantas para luego colgarlos en el castillo de alimentos7 que luego serán repartidos a la comunidad a lo largo del día.

Son casi las siete y treinta de la mañana, todos comienzan a bajar. A pocos pasos del callejón que lleva a la colina, se encuentra una piedra muy grande. Nace de la tierra, está un poco desgastada. Tiene algunos hongos color verde y le falta una parte. Al subirse por detrás se encuentran los tallados, una silueta de un hombre que lleva un bastón en una de sus manos. También la figura de dos monos con su cola puesta en sentido contrario y al lado el majestuoso sol de los Pastos, conformado por cuatro puntas que muestran su alineación con el planeta al pie de estas siluetas, en la parte de abajo están algunos agujeros en línea recta. Por eso en la piedra se presiente un encanto8 escondido, debe ser porque la piedra de los machines lleva la huella de los mayores del tiempo de adelante y ellos hacen presencia en ese momento. Allí los curanderos esparcen trago con las hierbas aromáticas. En este lugar es donde se conectan las primeras energías. Ya es veintiuno de junio y comienza un nuevo ciclo de verano, llamado solsticio de verano9, en él, la reproducción de las plantas, alimentos y animales inicia con más fuerza.

La comunidad se está reuniendo un poco más abajo de la piedra, en la carretera donde los rayos del sol proporcionan una sensación exaltada de alegría. Toda la gente se encuentra. Los curanderos encabezan el gran desfile. Después están los líderes con sus bastones. También los grupos danzantes de las veredas que nos recuerdan que hay que seguir bailando acompañados de la fragancia del sahumerio y el buen sabor del chapil10. Muchos grupos de jóvenes se visten con colores del cuéche. Otros se visten con sombreros grandes tratando de representar las narraciones de seres del monte. Desfilan también hombres vestidos con camisa y pantalón blanco, y llevan su rostro cubierto con las llamadas humas11 tejidas en lana y con muchos colores. Los mayores conversan que son los duendes danzantes, otros dicen que se trata de espíritus del mal que nunca mostrarán su cara debido al poder que poseen. En la fiesta su presencia no es negativa, funcionan como complemento a la figura terrenal de la comunidad.

Hay muchas mujeres bailando con grandes folleras, alpargatas, con sus chalinas que cubren sus hombros y su cabello negro trenzado. Ellas evocan a las mujeres mayores del tiempo de atrás.

Castillo de Alimentos, 2016.
Desfile con colores de cuéche, 2016.

Cada una lleva entre sus manos plantas aromáticas, tejidos y pequeñas guangas12 que representan el tejido. Otras llevan alimentos de la chagra. Van danzando algunas junto con sus hijos; vestidos con alpargatas, ruanas y sombrero, los niños, y follera y chalina, las niñas. Todos caminan al ritmo de la música que ya está amenizada con un discomóvil, los temas musicales se conocen como raimys y sanjuanitos. Esta música andina representa la relación con los pueblos indígenas del Ecuador. La gente tiene mucho ritmo y hay que zapatear muy … muy fuerte en el piso, para sentir la sensación de la conexión con la tierra. Al terminar de bailar y para descansar algunos minutos, se escuchan grabaciones con narraciones propias de la comunidad, muchas contadas por las mayores y los mayores del pueblo. Todos conversan, sonríen. Las voces hablan sobre las ofrendas que se hacían en la piedra de los machines. Termina la intervención y todos vuelven a danzar. El trayecto hasta llegar al encuentro central se demora dos horas. Al llegar al centro del pueblo la multitud es inmensa. El remolino de los colores del cuéche envuelve a todos los participantes. La fiesta del Padre Sol o Inti Raimy continua, bailando hasta que no se puedan sentir las plantas de los pies. Formar grandes churos, espirales danzando y tomando chicha y chapil. Bailando, bailando hasta que el sol se esconda.

Llega la noche y termina la gran fiesta. La gente se queda conversando para que la reciprocidad se cumpla en el tiempo de las cosechas. Conversar y escuchar a los mayores para aprender que la ofrenda al sol respalda la memoria plasmada en la piedra de los machines. Conocer las plantas que curan para perpetuar la relación con la tierra quien será la que brinde los alimentos.

En Cumbal la fiesta traspasa el mundo sensorial del estar viviendo y el recuerdo de los que ya caminaron el territorio. Se trata de la posibilidad de legitimar y perpetuar en cada nueva generación la memoria oral de nuestros mayores. A través de olores, sabores, danza y canto, se despiertan sensaciones inexplicables que nos llevan al límite de nuestras capacidades de resistencia. Sin embargo, ese remolino de sensaciones no sólo nos envuelve en la fiesta, sino que nos permite entender que el Inti Raimy es una forma de acercarnos y conectarnos con nuestra tradición ancestral que se repite de manera invariable año tras año. En el Inti Raimy, el ritual de los alimentos y del baile, reafirman la apropiación de prácticas transmitidas a través de la memoria, reflejando experiencias y saberes que hacen parte del pasado, pero también están en el presente. De allí se desprende la aceptación y reconocimiento de esta tradición como patrimonio por la comunidad. La fiesta es sentir, estar allí, viviendo cada uno de los momentos, disfrutando de sensaciones y aromas que son capaces de conectarnos con los astros, elementos, plantas y seres atmosféricos que nos recuerdan a partir de la fiesta, el camino de los mayores.

Notas

1 La planta de ruda (Ruta graveolens) posee varios usos medicinales y aplicaciones curativas. Los principios activos o aceites esenciales de esta planta se encuentran principalmente en sus hojas. Son principalmente usadas en la medicina natural. (Ver AQUÍ ).

2. Hierba buena (Mentha spicata), conocida popularmente como hierbabuena, es una especie del género Mentha, una hierba aromática muy empleada en gastronomía y perfumería por su aroma intenso y fresco. (Ver AQUÍ).

3. Alcohol extraído de la caña de azúcar usado para consumo y en el resguardo de Cumbal se usa para sanar enfermedades espirituales.

4. Es una alusión al proceso y al resultado de la acción de sahumar: la producción de humo con aroma agradable. (Ver AQUÍ).

5. Es un ser atmosférico conocido como arco iris. Se forma cerca de las fuentes de agua (ríos, chorreras, quebradas, nacederos de agua). Lo identifican el color azul, verde, naranja, amarillo, rojo, violeta. La conexión con el sol hace que sus colores sean intensos.

6. Las etnias andinas de Sur América poseen la wiphala como bandera distintiva. Posee los colores del arco iris. Más que la bandera y el emblema de la nación Andina y de los Aymara, es la representación de la filosofía andina, simboliza la doctrina del Pachamama (principio, orden Universal), y la Pachamama (madre, cosmos) que constituye el espacio, el tiempo, la energía y nuestro planeta, por eso el significado de la Wiphala es un todo (Ver AQUÍ).

7. Está hecho de madera y tiene forma triangular. A los lados se cuelgan frutas y verduras, así están desde ollas, naranjas, hasta dulces y bombones.

8. Son entierros dejados por personas de la comunidad, en los terrenos de su propiedad.

.9 En el año hay dos solsticios y dos equinoccios, muestran el tiempo de lluvias y de verano. Los mayores tienen muy presente las fechas en que llega cada tiempo, preparándose para recibirlos.

10. Bebida preparada con el jugo de la caña, a la cual se le agrega extracto de fruta (naranja, mango, mora).

11. Significa cabeza de diablo. Inicialmente al diablo también se lo conocía como ‘haya’ (o ‘aya’) o supay, que en kichwa significa espíritu sumergido. Según la tradición, apareció como un rechazo a la imposición católica y por eso en junio, durante la Fiesta del Sol o Inti Raimy, la gente se toma con danzas y cantos la plaza principal y el atrio de la iglesia, símbolo del cristianismo (Ver AQUÍ).

12. Instrumento artesanal de madera, tiene forma cuadrada. Utilizado para el trabajo de tejer con lana. Se usa exclusivamente lana de oveja para tejer ruanas, cobijas, fajas, mochilas.


Referencias

    • Consultado en 10 de febrero de 2019 (Ver AQUÍ)
    • Consultado en 10 de febrero de 2019 (Ver AQUÍ)
    • Consultado en 10 de febrero de 2019 (Ver AQUÍ)
    • Consultado en 10 de febrero de 2019 (Ver AQUÍ)
    • Consultado en 10 de febrero de 2019 (Ver AQUÍ)
    • Consultado en 10 de febrero de 2019 (Ver AQUÍ)

Como citar este artículo

Taimal, J. L. (2019). Sentir el Inti Raimy. La memoria ancestral como patrimonio del pueblo indígena de los Pastos. Boletín OPCA, 15, 43-51.


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