De cara a la celebración del Bicentenario de la Independencia de Colombia, y a pocos años de que la Constitución Política cumpla su tercera década de regir a los colombianos, queda claro que al menos en el papel somos un país que reconoce, acepta e incluye la diversidad desde la configuración pluriétnica y multicultural, y que reconoce de forma explícita los derechos culturales y la autonomía de la comunidades indígenas, negras, raizales y del pueblo Rroom. Queda claro además que exalta la riqueza cultural que deviene de contar con múltiples formas de “ser y de hacer” manifiestas en las expresiones que reúne la idea del patrimonio, y que se materializan en el territorio nacional.

Ahora bien, la distancia entre las palabras y las cosas sigue siendo muy amplia, y los postulados de la Constitución chocan con una realidad en la que el Estado no alcanza a brindar las garantías básicas para que los ciudadanos hagan parte de su proyecto nacional. Lo anterior, enmarcado en la avidez de gobiernos que persiguen la satisfacción de sus agendas a expensas del bienestar colectivo, propiciando un clima de exclusión, falta de oportunidades, indiferencia y desarraigo a lo largo y ancho del territorio nacional.

En este contexto y sumado a la coyuntura de la implementación del acuerdo de paz con la guerrilla, el clima político y social del país se ve agitado por movimientos como las “mingas indígenas”, las manifestaciones de las “dignidades campesinas”, y en general de múltiples sectores y colectivos de la población que reclaman el cumplimiento de los acuerdos suscritos para garantizar la restitución de tierras, el acceso al crédito como una herramienta de transformación de sus condiciones socioeconómicas, el derecho a la vida, a la diversidad sexual, a “ser” y a “hacer” parte del proyecto nacional de un país al que le ha costado 200 años reconocer su diversidad. En estas movilizaciones no solo hay una crítica a los modelos establecidos sino propuestas concretas para avanzar en él logró de los ideales constitucionales.

El Observatorio del Patrimonio Cultural y Arqueológico OPCA los invita a compartir sus análisis y reflexiones sobre cómo los movimientos sociales y las formas de resistencia están vinculados, se organizan y se manifiestan desde una perspectiva patrimonial, esto bajo el entendido que los fundamentos culturales determinan y dan sentido a las formas organizativas, a la construcción de símbolos compartidos y a los modos de plantear, disentir y resolver conflictos.

Así, la invitación está dirigida a celebrar el derecho a protestar y a organizarse para hacerlo, al tiempo mismo, que es consciente de la responsabilidad de encontrar y proponer espacios de diálogo entre culturas y establecer acuerdos sólidos que acerquen al país del papel. La invitación para contribuir a este Boletín OPCA 16 está abierta hasta el 15 de septiembre de 2019.