OPCA # 17

Los hijos de la coca

Sebastián Iguarán
sebastianiguaran08@gmail.comco
Estudiante de psicología Universidad CES, actualmente cursando Diplomado en psicofarmacología.

Resumen

Este artículo dialéctico busca develar el origen de la divergencia de la coca como patrimonio cultural o problema legal y para tal empresa se describe el fenómeno por medio de una arqueología histórica de la disputa entre estas perspectivas, la cual se remonta a tiempos inmemoriales, pasando por la colonia, el aislamiento del satánico alcaloide, la prohibición y, llegando finalmente a discusiones legales cercanas. Con los datos descubiertos y compartidos se revela una verdad – entre tantas – inaudita para unos, evidente para otros: la coca hace parte del peculio andino mucho antes de que existiera cosa tal como la cocaína, no obstante, el “problema” es de matices políticos, económicos, raciales y religiosos; su gracia u odio pende de la necesidad del sistema, de la cosmovisión que lo mire.


Palabras claves: Coca, Cocaína, Legal, Cultural.


Jorge Panchoaga serie River Leaves

Prefacio

La mano contacta con la hoja, naturaleza sintiéndose a sí misma por la percepción del tacto y, de repente, el ser se alimenta de otro, la hoja de coca pasa a ser un elemento asimilado por el cuerpo del consumidor. Del instante que la planta germina en el suelo hasta cuando es consumida por el interlocutor que redacta estas palabras, la planta de coca no se torna en cocaína. Entonces, ¿por qué los otros: de la familia como núcleo social a estructuras superiores (gobierno, sociedad y norma) hacen la ecuación coca = cocaína? ¿Son realmente lo mismo en términos de uso, significado y proceso productivo? Es el conflicto que ronda acerca de este antiquísimo ser, lo cual será discutido desde las dos posturas preponderantes: patrimonio cultural o problema legal.

Historia

Según A. Escohotado (1998), los restos arqueológicos más antiguos – estatuillas de rostros con las mejillas hinchadas por el bocado o cocada2 – que dan cuenta sobre el uso de la coca3 son del s. III a. C., siendo incluso una práctica anterior al imperio Inca, el cual se apropió de esta costumbre como un derecho sagrado de la élite social que era concedido a la plebe como un “gracioso favor”, ya que “mascar sin autorización constituía un crimen de lesa majestad”, expone Escohotado. Dentro de los mitos que describe, existen dos fundamentalmente: “Para los yunga, fue este arbusto que permitió vencer a un dios maligno, y para la tradición incaica fue Manco Cápac que otorgó la bendición de Mama Coca a una humanidad abrumada, para hacerla capaz de soportar el hambre y las fatigas”4.  

El mismo autor define la coca como el segundo producto más importante de américa según la cantidad de consumidores, luego del tabaco. También, describe como los españoles detestaron su consumo desde que llegaron, produciendo una merma de zonas cocaleras que según el cronista Cieza de León (Mortimer, 1901:151, Citado por A. Escohotado, 1998), para algunos españoles si era muy valorada ya que habían amasado grandes fortunas. Algunos concilios (1551 y 1557) la denunciaron como práctica “idólatra” y el virrey – no especificado por el autor – la proclamaba con efectos producto de una “ilusión diabólica” (Escohotado, 1998). Desde aquellas épocas de encuentro entre el viejo mundo y el nuevo mundo la coca fue puesta en tela de juicio, por ende, la disputa colonial es evidentemente antiquísima. Otros españoles reconocían sus verdaderos efectos5 y el Inca Garcilaso de la Vega (1609-1617, vol. II: 375) en Comentarios Reales defiende el uso de la “cuca”. De esta manera, de 1569 a 1573, por sus beneficios al explotar a los indígenas en las minas, como tributo clerical y, según la Ordenanza del virrey Francisco de Toledo (1573) “por bienestar de los indios” se permite su uso en entorno laboral.

De acuerdo con Escohotado (1998), entrado el siglo XVIII, Humboldt (1794) en su viaje describe botánicamente la coca, el general Miller (1824) con las tropas peruanas describe la misma, mientras que J. J. von Tschudi (1840) considera que “en uso moderado es saludable y conduce a la longevidad” y Weddel “recomienda incluir la planta en los tesoros de la materia medica”. Además, por el viaje de Gibbon y Herndon (1984) por la Amazonía se sabe que es de cultivos pequeños. En 1860 extraen el alcaloide de la cocaína, este descubrimiento se da en el marco de las nuevas farmacopeas que emocionan al hombre moderno en el descubrimiento de las causas fácticas del ánimo. Un siglo antes, aparecen voceros a favor de la coca, un jesuita llamado A. de Julian (1787) de Venezuela, la elogia como la perla de la América que en La Paz permitió sufrir la escases de alimentos, y alivió las fatigas de los soldados en 1771. Luego, aparece el estadista y médico H. Unanue, fundador del periódico Mercurio Peruano, quien la defiende 7. Mantegazza (1859:447), médico italiano que experiment con la coca, “le pareció que dios era muy injusto por no permitir al hombre que viviera siempre coqueando (chocheando) y que preferiría vivir 10 años con coca a un millón de años sin ella”. Mariani (1863), inventor del Vino Mariani –una mezcla de vino de Burdeos con hojas de coca- gusto de grandes personalidades, reconocía que la diferencia entre la coca y cocaína no es el concentrado, sino la diferencia de conjunto de sustancias de la primera con lo aislado de la segunda. Decía: “Las propiedades de la coca se desvirtúan cuando es reducida a ese alcaloide”. En definitiva, los médicos, viajeros y botánicos consideran que es algo más que un fármaco, es semejante a un “elemento nutritivo”8.

El polo creador del problema legal

Desde el descubrimiento del alcaloide de la cocaína, se da un uso frenético para dejar las adicciones y la depresión.9 Como lo relata el diario El País (2018), en 1862 […] Merk la produce en pocas cantidades a investigadores, entre ellos le llega a S. Freud10, quien la promociona; en general, Freud fue un personaje especialmente necesario para la difusión de la cocaína en el mundo, sus comentarios al respecto del extracto son utilizados por las casas farmacéuticas y consume él mismo hasta el día de su muerte.

La cocaína entonces tuvo 40 años de oro desde su descubrimiento hasta 1920 con las guerras del opio. Dentro de la pantalla publicitaria, en las indicaciones difundidas por la familia Merk se menciona como “tesoro médico” (Byck, citado por Escohotado, A1, 1998.). Durante esta era dorada, Merk11 y Park Davis12 batallan por el negocio de la cocaína. A finales del siglo XIX se [re]descubre la posibilidad de inhalarse la cocaína en forma de polvo, con esta serie de hechos se desata una cultura de consumo que posteriormente será prohibida.

En su decaída, el Convenio de la Haya (1912), inicia la prohibición que controla para usos médicos – entre otras – la cocaína (Escohotado, A., 1998: 628-629). Para 1914 las presiones estadounidenses, especialmente a Latinoamérica, logran que haya más firmantes que la primera vez (Escohotado, 1998:628). Después de la primera guerra mundial, el primer médico que llamó adictos a los coqueros fue Gutiérrez Noriega (Escohotado, 1998:926) quienes eran explotados por grandes empresarios y estaban malnutridos. Los gobiernos andinos que habían firmado estos acuerdos, eran indiferentes, corruptos e ineptos, pero con la presión empiezan a percibir el problema de las drogas (Ronver, 1996).

A partir de la mitad del siglo XX, ya no es un crimen deliberado de las razas sino una enfermedad cultural, y desde este momento se cristaliza la “ideología farmacrática” (Escohotado, 1998:748) que implica un negocio de las drogas entre tres actores: el hampa, el estado y la medicina. En 1953, el comité de expertos de la OMS, declara “la masticación de coca puede considerarse una forma de adicción”. Después, la Junta exhorta a los países andinos a abolir o prohibir las actividades que sean contrarias a la Convención de 1961, entre ellas la práctica de masticar hoja de coca y la fabricación de mate de coca y otros productos que contengan alcaloides de la coca con destino al consumo interno y a la exportación13. Desde EE.UU, Reagan inicia una cruzada contra la droga declarándola problema nacional. Se encuentra entonces un “origen de la tormenta” en la hoja de coca que para los andinos representa “valores biológicos, sociales y mágicos” (Basterra, 1986).

Para finalizar, en Mama Coca, Antonil (citado en Escohotado, 1998:994) describe el efecto irónico de la campaña antidroga, la cual solo es una cortina de humo para esconder la monopolización del narcotráfico que lleva a que las instituciones de control se unten del negocio. En Colombia, el narcotráfico está ligado con el Estado con escándalos del orden del narcotráfico, que a veces se vuelve difuso. De este manera, la práctica coercitiva reduce la existencia de una planta considerada ancestralmente sagrada, dadora de la palabra creadora; en un mero veneno producido por gente ignorante, drogadicta e inmoral. Pero ¿quiénes son los principales influyentes/beneficiados? Inconscientemente o con consciencia, los actores propician la emergencia de la noción nociva de la coca, inclusive si se contempla su uso aislado: la cocaína.

Colofón: ¿Es realmente una batalla objetivamente justificada por el bien, lo moral y humanamente correcto o un complejo articulado de relaciones humanas – con sus (des)intereses económicos, raciales, colonialistas – que hacen de este un provechoso-lamentable problema individual, social y cultural?

Su contraparte: un ser participante en el patrimonio cultural

“¿Pueden las plantas de poder ser consideradas sujetos de derecho?” (Echazú-Böschemeier, y Flores, 2018) a lo que se responde: “las plantas cuentan [como sujetxs morales] porque ellas representan un bien para sí mismas y en consecuencia existen acciones que pueden ser ‘en su propio interés’” (p. 55). Dentro de los defensores de la existencia de la coca como sujeto y la autonomía regional de las comunidades indígenas, se reconoce el uso de la hoja de coca como manifestación cultural e inmaterial (Castro & Mora citados por Echazú-Böschemeier y Flores, 2018) en el que el estado colombiano debe velar por la protección de esta dinámica. De este modo, se remite a la Constitución de 1991 que define la diversidad étnica y cultural como valor material/inmaterial (art. 7, art. 8, art, 70) así, “mal haría el estado en abolir prácticas milenarias como el cultivo de la hoja de coca con propósitos medicinales y rituales” (Blanco y González, 2014: 70) ejemplo de ello: la cultura Nasa del Cauca. Con amparo en estos preceptos jurídicos es debido reconocer culturalmente “el consumo de bebidas y productos derivados de la hoja de coca, […] así como su posible expansión en territorios no indígenas” (p. 71) e incluso, en la Carta Política (artículos 1, 7, 8, 246, etc.) existe el derecho pleno de preservar las tradiciones, no ser discriminadas por ello; además, de ser consideradas “símbolo de multiculturalidad orgullo de la nación por ser patrimonio inmaterial” (p. 73). Sin embargo, los pueblos indígenas se han visto amenazados por ello pues el estado se encuentra aliado a presiones externas contrariando su propia soberanía estatal y el respeto de la autonomía indígena. Con todo, varias sentencias y artículos reafirman el derecho a mantener este ancestral patrimonio andino14.

David Curtidor 15 (comunicación personal, 16 de abril de 2020), quien lleva trabajando más de 20 años con la empresa de Coca Nasa, comenta: “hemos encontrado registros arqueológicos antiquísimos del uso de la coca en monolitos del Cauca, pero si uno escucha historias se dará cuenta que va mucho más atrás”. Además, menciona una serie de instrumentos que protegen este patrimonio: “Declaración de los pueblos indígenas de Naciones Unidas de 2007, Convenios del Acuerdo de Cartagena16 y el Convenio sobre Biodiversidad Biológica de Rio"17.

Estos derechos reafirman los accionares indígenas, pueblos defensores de la original concepción amerindia usurpada sutilmente por medio de la colonización externa. Pero las plantas, al ser protagonistas del origen mítico y participar activamente en la reproducción de la vida comunitaria tienen un lugar “intersubstancial: como sujeto y vegetal, ancestro y herramienta” (Echazú-Böschemeier y Flores, 2018:58).

Jorge Panchoaga, serie River Leaves

Se concluye después del breve recorrido por el fenómeno de la coca, que indistintamente de si es un patrimonio o un problema legal, o desde una tercera perspectiva como esencia18, para cada pueblo o cultura ha significado distintas cosas: medicina, sacralidad, condena-veneno o superalimento, con esto hablamos de lo que tenemos en nuestro ser, como reflejo. De este modo, si la coca representa problema o patrimonio, es el ser – como sociedad e individuo – viéndose en esta, por ello para este ensayo se prefiere reconocer esencialmente como un patrimonio ancestral que se ha intentado desaparecer por decisiones económicas, religiosas, políticas y morales externas a nosotros: los hijos de la coca. Inclusive la lógica química, antropológica y arqueológica indica que la ecuación: coca=cocaína es inaudita. 19

Notas

1. En la historia general de las drogas, Eschotado (1989) describe que la coca se consume complementada con un polvo alcalino (cenizas vegetales, conchas trituradas o cal), D. Play, de los laboratorios de Yale, descubre que el carbonato cálcico aumenta por diez la concentración de cocaína en el plasma sanguíneo. También, el hallazgo de tubos de oro para la absorción nasal demuestra el uso inhalado desde la prehistoria, una variedad llamada “ipadú”.

2. La palabra coca deriva de la lengua aymara y significa simplemente “planta” o “árbol”. Según otros autores, esto se debe a que es la planta original de la creación

3. Ibid, p. 118.

4. El caso del jesuita José de Acosta: muchos hombres graves lo consideran meran superstición e imaginación […], pero yo pienso que funciona y da fuerza y coraje a los indios, pues le ves vemos marchar durante días sin carne, con solo un manojo de coca, y efectos parejos. (de Acosta, 1590, retomado en A. Escohotado).

5. Esto se conoce actualmente como chagras, que pueden ser en tierras privadas o como producto comunal, de la maloka.

6. El doctor U. García Cáceres “cree ver que Unanue valora más la coca que la quina” (Pamo Reyna, 2011:95).

7. Mantegazza (Escohotado, 1998:448) lo consideraba “alimento para los nervios”.

8. Fuentes de consulta médica de la época como el British Medical Journal, el Dictionnaire Enciclopedique des Sciences medicales, el Chicago Medical Journal y el Pharmaceutical Journal, así lo recomiendan. De acuerdo con Escohotado en el Lousville Medical News (dgt, 1, 6 dgt, 1, 6, 1880, citado en Escohotado, 1989: 449) se dice del artículo del doctor Palmer: “parece necesario probar con la coca, tanto en casos de opiomanía como en otros casos. Es imperioso encontrar la forma inofensiva de curar la tristeza. Nosotros también lo decimos”.

9. Monografía de Uber coca (1884); Contribución al conocimiento de los efectos de cocaína, considerado el primer estudio de psicofarmacología moderno; Sobre el efecto general de la cocaína (1885), en marzo del mismo año y; Ansia y temor a la cocaína (1887). En este último, Freud describe a F. A: A: Erlenmeyer como un “cruzado” contra el “nuevo alcaloide” (Escohotado, 1989: 453).

10. Merk fue la que difundió el mito de que la cocaína estimulaba sexualmente y el infundio de tener una dosis letal muy alta (Escohotado, 1989:55).

11. Con motivo de robarle publicidad a Merk, H. Guttmacher, a nombre de Park Davis, propaga el artículo “La panacea universal de Parke” (Escohotado, 1989:456).

12. 6,2 toneladas a finales del siglo XIX y volvió a aumentar a principios del siglo XX hasta las 10 toneladas (Aunión, 2018).

13. Convenio 169 OIT art. 8; Sentencia SU – 510/1998, C-370/02 de la Corte Constitucional; art. 7 de la Carta Fundamental.

14. David Curtidor Argüello es un administrador público, especializado en Derecho Constitucional, con maestría en la misma especialidad, que ha desarrollado su ejercicio profesional al servicio de las comunidades indígenas de Colombia y sus procesos políticos en búsqueda de la autonomía y autodeterminación. Es fundador de la iniciativa empresarial Coca Nasa, empresa indígena para la defensa de la hoja de Coca.

15. Decisión Andina 381 y 486.

16. Artículo 8, literal J: Se debe respetar el uso patrimonial/condición de propiedad que tienen las comunidades indígenas y no indígenas.

17. Como responde Kandy Maku (Busintana, K. M., comunicación personal, 2 de abril de 2020), un arahuaco, cuando se le hace la pregunta de esta divergencia, responde: no es ni lo uno ni lo otro, la coca – el nombre colombiano es Ayu – como tal, es una planta ancestral que hace parte de nuestra cosmovisión, es nuestra esencia y en cuanto se es de tal forma, no hay que pensar si es legal o ilegal: hace parte de lo que somos.

18. El presidente Uribe habla de las plantas de la cocaína, naturalmente, por eso es fácil asociarla a la muerte, narcotráfico, violencia; claramente no se trata de una planta de cocaína, la coca es una planta sagrada andino amazónica, que tiene una altísima virtud energética-nutritiva, quizás es una de las plantas más ricas en elementos nutritivos para el ser humano. Lo cierto es que los pueblos indígenas la usan como una fuente de energía, casi de crear; ellos trabajando no necesitan más que la coca, no solamente por la fuerza que produce, sino porque los nutre, los alimenta y los sostiene, pero además de eso mismo, por esas virtudes, es una planta sagrada que sirve para relacionarse unos con otros, adivinar, dialogar con sus dioses, espíritus, que no es más que el espíritu interno de los hombres (Molano, 2011). 


Referencias

    • Aunión, J.
      (2018). Aquellos 40 años dorados de la cocaína legal. Retrieved 5 May 2020, from HERE
    • Basterra, F. G.
      (1986). Reagan lanza una «cruzada nacional» contra la droga. Recuperado 2 de mayo de 2020, de AQUÍ
    • Blanco, E. C., & González, J. C. M.
      (2014). El uso de la hoja de coca como mani­festación cultural inmaterial. Criterio Jurídico Garantista, 6(11): 68-91.
    • Echazú-Böschemeier, A. G. y Flores, M. E.
      (2018). Derechos de las plantas en contexto: dos ontologías latinoamericanas. Revista Cultura y Droga, 23 (26), 49-66. DOI: 10.17151/culdr.2018.23.26.4
    • Escohotado, A.
      (1998). Historia general de las drogas (11.a ed., Vol. 1). Barcelona, España: Espasa.
    • Molano, A.
      (2011) [Parque Explora] (2011, febrero, 10) Coca, ciencia en bicicleta [Archivo de video] Recuperado de: AQUÍ
    • Mortimer, W. G.
      (1901). The History of Coca, “Divine plants of the incas”. Nueva York: J.A. Vail.
    • Pamo Reyna, O. G.
      (2011). La magia de Unanue según la magia del doctor Uriel García. Revista de la Sociedad Peruana de Medicina Interna, vol 24(2). Recuperado de HERE
    • Rovner, E. S.
      (1996). La prehistoria del narcotráfico en Colombia. Serie documental: desde la Gran Depresión hasta la Revolución Cubana. Innovar, 8, 65-92.

Cómo citar este artículo

Iguarán, S. (2020). Los hijos de la coca. Boletín OPCA, 17, 61-69.


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